Sabemos que todos las tomamos pero somos expertos en fingir que no.

Para los que piensan con algo de envidia que tengo una vida perfecta les tengo una buena noticia: Nada más alejado de la realidad. He tomado malas decisiones en mi vida y si algo he aprendido es que muchas de ellas tienen algo en común, no las tomé con la cabeza fría. He perdido personas que valían la pena, he dejado de compartir momentos irrepetibles con amigos y familia por estar enfocado en mi trabajo, me he dicho mentiras a mí mismo para justificar acciones que, si bien a veces no son graves, definitivamente no me suman para lograr lo que realmente me quiero y la verdad es que al final nos toca hacerle frente a cada una de las consecuencias.

Sin embargo, una de las decisiones más recientes (y a veces parece de las peores porque me saca más canas que cualquiera) fue comenzar un bar de comedia en Medellín. LA KORTE.

Todo comenzó hace unos años cuando la gente comenzó a agradecerme saliendo de mis shows por el ratico de desconexión, podríamos hacer otro texto solo para las cosas que me han dicho, desde que salvé un matrimonio hasta que gracias a lo que dije habían decidido no quitarse la vida, y si bien confieso que cada parte de mí lo sentía distinto (Mi parte racional sentía que exageraban, mi parte de ego se sentía orgullosa y mi parte más infantil sentía que podíamos hacer aun más) lo que tenían en común era el sentimiento de que estábamos haciendo algo bien.

¿Y si hacíamos más?

Pero en paralelo la otra cara de la moneda es que yo podía hacer hasta 5 funciones a la semana, despertándome confundido de la ciudad en la que estaba por la cantidad de viajes en los tours y con un sentimiento que JAMÁS pensé que sentiría, soledad. Toda mi vida amé hacer cosas solo, soy de las personas que puede ir a cine solo, asistir a eventos, recitales, obras de teatro y conciertos solo, de los que no le molesta entrar a un restaurante y comer solo, para mí no significaba nada malo, realmente lo disfrutaba también, pero luego por un tema de salud la realidad me golpeó de frente: Estar solo “Físicamente” y sentir que no cuentas con nadie en los momentos malos son cosas muy diferentes; la segunda me embistió.

Mis papás y mi hermano son un tema aparte porque realmente siempre están para mí y soy yo quien decide no molestarlos, preocuparlos y demás. Creo que hicieron tanto por mi que es mi turno de ser quien les regale algo de calma. ¿Pero y el resto del mundo?

Y entonces entre los sentimientos de tristeza, soledad, melancolía y hambre de querer siempre más apareció la idea más absurda de todas ¿Y si creamos un lugar donde cualquier persona que quiera desconectarse de su realidad un rato lo pueda hacer? Un espacio donde gane la risa, gane el ser niños otra vez, gane el encontrarse con personas que se identifican con vos frente al mundo de tontadas que todos vivimos en este paseo de la vida, crear un espacio seguro para todos, tanto para el que quiere hacer algo diferente por novedad como para el que realmente necesita a gritos una pausa y volver a reír. Y entonces, sin cabeza fría decidí arriesgarlo todo por tercera vez en la vida (Ya les contaré las otras 2 jajajaja)

Montamos un proyecto con ganas, pero sin conocimiento, donde desde el día uno todo arrancó de cabeza. Gastamos demás en construcción y adecuación por no saber, nos robaron con los aires acondicionados, tuvimos problemas con la energía para adecuarla a la capacidad de carga que requería el sitio, tocó modificar de todo para cumplir con los requisitos de bomberos, los inventarios eran un caos, los proveedores entregaban cuando les daba la gana y así un sinfín de cosas más, pero lo que me daba más duro: Yo había renunciado sin saberlo a manejar mi tiempo. Lo que construí 15 años a pulso se había esfumado porque ahora no solo era un artista sino un empresario ¡Qué maldita desgracia! Admiro a los que se arriesgan, a los que emprenden, a los que sueñan en grande y les digo de corazón, no duden en contarme de sus respectivos negocios que prometo visitarlos porque ahora se el esfuerzo y la dedicación que le meten para sostenerlos a flote.

Las primeras noches fueron pasando y aunque realmente me siento satisfecho del proceso, de como cada día seguimos mejorándolo en todos los aspectos (particularmente me siento orgulloso de la comida) también fue un golpe durísimo entender que los que menos te van a apoyar son los “amigos” donde al día de hoy la gran mayoría solo ha ido una vez y por cumplir. Ha sido duro hasta en lo económico donde debido a las perdidas hasta uno de los socios se bajó del bus, sin embargo no todo es malo, así como cuando empecé a hacer comedia aparecieron los primeros locos que al día de hoy no se pierden un solo show, a La Korte también llegaron personas que resonaron con la idea, que se enamoraron del proyecto y que nos acompañan a cada rato. Para ellos mi infinito agradecimiento, tanto para los que han vivido el proceso de ver como cada noche seguimos construyendo, proponiendo y mejorando como para los que están llegado en esta etapa final donde créanme cuando les digo, están llegando en los gozosos con una comida deliciosa y sodas de lujo a comparación de cuando abrimos. ¿Saldremos a flote? No lo se, estamos luchando por mantener las puertas abiertas, pero quiero que sepan que noche tras noche seguimos intentándolo por ustedes, porque creemos fielmente que brindar un lugar de calma por medio de la risa vale la pena.

¿Y qué si fue una mala decisión? Solo el tiempo lo dirá.

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